Muchos pibes y pibas de Haití se suman a vivir, jugar, comer, aprender en nuestra Casa de Cabo Haitiano.
Allá lejos, Haití es para nosotros tierra de misión.
En el 2010, después del terremoto, llegamos a esa tierra que tanto sufre. No sabíamos bien a qué, pero estábamos convencidos que era un lugar para Valdocco.
Es lugar de Misión y aprendizaje. Mirar más allá de nuestras comodidades (idioma, calle, descanso, familia, etc.).
Salir al encuentro de aquello que no es fácil, tratar de cambiar aquello que creemos que no está bueno, ayudar desde nuestra pobreza y celebrar al Dios de la Vida.
Es una Casa linda, no solo en lo físico, sino en el espíritu. Los pibes y pibas que viven en la Casa y los que van al Oratorio, son pobres, en situación de vulnerabilidad y con ganas de Patio y comida.
Sin ser un destino fácil, sabemos que el plato de arroz, el amor de familia, la pelota para jugar y el cuaderno para escribir son parte de un camino necesario que, guiados por Jesús, vamos haciendo: de a poco y día a día.